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jueves, febrero 6, 2025

BRICS+ y su importancia como bloque emergente y contrapeso global mundial a las economías y potencias tradicionales

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BRICS+, organización que nace como contrapeso económico, político y militar (no necesariamente con tratados específicos por materias) al bloque de Occidente, conformado por USA, UE, UK, Canadá, Australia y Japón, bajo otras siglas G7 (grupo más reducido de líderes económicos) y actualmente G20 dado el crecimiento del PIB mundial desde la incorporación de nuevos agentes de peso. Por ejemplo, UE, con su ampliación a 27 países.

Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica son los países incorporados originalmente, los primeros desde 2008 y Sudáfrica desde 2010.

Egipto, Irán, Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudita y Etiopía se suman desde el 1 de enero de 2024. Argentina tenía previsto incorporarse, pero los resultados electorales del 19 de noviembre han colocado en la Presidencia de la República a Javier Gerardo Milei, que accedió al cargo el 10 de diciembre de 2023. Argentina ha preferido priorizar sus relaciones con USA e Israel y no ha entrado a formar parte del grupo.

Desde 1945, el nuevo orden mundial dejó prácticamente solos a los Estados Unidos como detentadores del poder económico (y militar, con su contrapeso URSS, líder comunista del bando vencedor en la contienda bélica finiquitada ese año) en el planeta Tierra.

La Pax Americana trajo como consecuencia la incorporación a la democracia de ciertos países europeos y Japón y 30 años ininterrumpidos de bonanza económica, 1945-1975, propiciada por la ayuda americana, mediante el conocido Plan Marshall (los felices 30 los llamaron los franceses) que produjo milagros en países devastados o atrasados, caso de Alemania o Japón por la II Guerra Mundial o España por su Guerra Civil de 1936 – 1939. U otros que estaban atrasados, caso de Méjico. En el caso de España, la devastación de la nación y la ocurrida en Europa y en el mundo, unida al aislamiento político inicial del régimen nacido de la victoria del 1 de abril de 1939, las ayudas internacionales se hicieron de rogar durante un largo período y los españoles se las tuvieron que arreglar solos durante mucho tiempo. Se podría decir que España es el único país del grupo dañado por las guerras que consiguió su prosperidad e independencia económica y política por sus propios medios, sin deber nada a nadie.

A.M Sánchez, autor del artículo

El final del conflicto también trajo la paz armada, conocida como Guerra Fría, y el nacimiento de la Era Atómica, en cuyo contexto el mundo se dividió en bloques: pro americano, que incluyó a países de influencia occidental como la Comunidad Económica Europea (actualmente Unión Europea ampliada a 27 países), Australia o Japón y Canadá, y que dio origen a diversas alianzas militares, la más importante de la cual es la OTAN / NATO que incluye a 30 países del espacio geográfico Atlántico Norte; y el pacto de Varsovia, que agrupaba a la URSS como líder del comunismo mundial y aquellos países de ámbito europeo del Este que habían caído bajo la influencia de dicho Estado en el nuevo orden post Guerra Mundial. Y un tercer bloque que se llamó Países No Alineados, y en dicho bloque unos u otros basculaban más hacia Occidente o hacia el Bloque del Este según fuera la coyuntura política o económica del momento.

Otra consecuencia importante del resultado posbélico mundial fue la caída de los imperios coloniales y la independencia política de gran parte de África y Asia que habían estado dominadas por países occidentales desde finales del siglo XIX. Si la Gran Guerra de 1914 había hundido cuatro imperios y tocado a dos más (Ruso, Alemán, Austro-Húngaro y Otomano entre los primeros y Británico y Francés entre los segundos) y como consecuencia habían nacido una pléyade de países en Oriente Medio y los Balcanes, la Segunda Guerra Mundial propició la práctica desaparición de la presencia europea en África y Asia, y, como consecuencia, nuevos países se incorporaron al concierto mundial, entre ellos India, que es el más poblado del mundo, empatado con China.

Este orden mundial permaneció inalterado durante los citados felices 30, pero la desaparición de Mao Zedong al frente de China en 1976 y la caída del Muro de Berlín que liquidaba la Guerra Fría en 1989, pusieron al planeta rumbo a un nuevo orden, en el que los bloques se han desdibujado, y las áreas de influencia y poder han ido cambiando sus epicentros.

La modificación de status quo imperante desde 1945 empezó a cambiar, el principio imperceptiblemente con el cambio de dirección en China, que pasó a estar regida tras la muerte de Mao (El Gran Timonel) por Deng Siao Ping (El Pequeño Timonel), el verdadero creador de la China moderna, quien impuso un nuevo criterio de desarrollo para la nueva China: tras los desastres causados por el comunismo brutal de Mao, más letal aún que el de Lenin/Stalin, Deng resolvió una nueva política bajo el lema “un país, dos sistemas”, comunista en lo político y capitalista en lo económico, copiando el modelo occidental hasta donde ello fue posible a tal régimen. De este modo, los nuevos dirigentes esperaban alumbrar una primera potencia mundial en 40 años, hito que finalmente lograron en 30, pues en 2008 mostraron al mundo dónde había puesto el listón la nueva China, y nos lo enseñaron durante la olimpiada de Pekín.

En cuanto al otro gran pilar de los BRICS+, (el signo más expresa la ampliación de 2024) la Rusia nacida tras la caída de la URSS ha sufrido una suerte distinta en su evolución desde 1991. Tras la caída del Muro de Berlín en 1989, el sistema de convivencia establecido por la Guerra Fría tras el final de la Segunda Guerra Mundial empezó a venirse abajo, y en los 35 años transcurridos desde entonces ha dado lugar a un mundo multipolar, que ha sucedido al bipolar en el que veníamos viviendo desde 1945. La unificación de Alemania, la disolución de la URSS, el ascenso de China y el advenimiento de Rusia como heredero de la URSS comunista, más el crecimiento demográfico del planeta, han convertido el mundo en un lugar muy distinto de aquel al que estábamos acostumbrados.

Rusia ha heredado de la URSS los problemas que venían aquejando al viejo imperio comunista desde los años 60 del siglo pasado, a saber, obsolescencia de su tecnología y medios de producción, incapacidad para dar prosperidad a sus habitantes, y notables pérdidas demográficas y geográficas a partir de la independencia de las antiguas repúblicas, habiendo visto reducido su espacio de 22 millones de km² a 17 millones y su demografía reducida de los 290 millones de habitantes que llegó a alcanzar la vieja URSS a los 145 millones actuales, con una densidad por kilómetro cuadrado inferior a 9 habitantes por km², lo que crea a esta nación fuertes sentimientos de inseguridad en sus fronteras, agudizando los que ya sufría el régimen anterior.

El ascenso de China en el panorama geopolítico mundial y el liderazgo establecido por USA desde los tiempos de la Guerra Fría, el sistema político nacido de la caída del Bloque del Este y el sistema económico corrupto asumido por la nueva Rusia llevaron a esta a un status teórico de gran potencia heredera de la URSS, pero en la práctica convertida en un enano económico, superada muy de largo por USA, la nueva China, la Unión Europea, Japón e incluso varios países europeos de modo individual, casos de Alemania, Francia, Italia o el Reino Unido. La nueva Rusia, todavía gran potencia militar y nuclear, y con reservas de materias primas de primer orden e inagotables en su vasto territorio, huérfana de alianzas de peso en el nuevo orden y necesitada de apoyos exteriores para su seguridad, agravada por la pérdida de territorio y población, consiguió crear en torno a un primer liderazgo suyo una nueva coalición mundial de países aspirantes a influir globalmente en el sistema multipolar nacido del ascenso de China y la caída del Muro de Berlín, trompeta del apocalipsis del sistema comunista y de bloques nacido en 1945.

El grupo BRICS original se ve reforzado ahora, a principios de 2024, con la incorporación de nuevos actores. Su fuerza en la fórmula global actual es considerable: este nuevo bloque de supera el 40% de la población del planeta, próxima a 8.200 millones de habitantes en breve, alcanza casi el 25% del PIB mundial, que ya es superior a 100 billones de US$, la superficie que ocupan estos diez países se aproxima al 30% del total de tierra firme del globo terráqueo, se aproximan al 20% del comercio mundial, su peso en producción de petróleo supera el 25% y son líderes en tierras raras, materias primeras de primerísimo orden para la carrera tecnológica abierta en los últimos 25 años. Además, el bloque en su conjunto configura una fuerza militar de peso, con China como líder e Irán y Rusia como operadores militares y de producción armamentística de categoría mundial. Y con presencia de varios operadores nucleares en el grupo, con una capacidad atómica notable, compuesta por Rusia, China, India o Irán.

Si tenemos en cuenta lo ocurrido con China en los últimos 40 años, cuya plena incorporación al status de primera potencia global (liderazgo todavía USA) tiene ya al menos 15 años de antigüedad, y que uno de los nuevos miembros es la India, que empata y en breve superará a China en demografía, con más de 1.400 millones de habitantes, podemos concluir que el futuro a 30 años verá nacer a un nuevo actor de la política mundial de un status similar al de China, pues el desarrollo de los países en general ha tomado un impulso acelerado y los componentes BRICS+ son grandes en territorio, población y recursos, casos de China, India, Brasil, Rusia, Egipto o Irán, con potencias petrolíferas con Irán y Arabia Saudita o ricas en Minerales y Tierras Raras como China, Rusia y Sudáfrica, añadiendo el liderazgo de Brasil, potencia emergente en el Cono Sur, también en vías de emerger en el mismo lapso de tiempo, con una población que supera los 200 millones de habitantes.

Este panorama hasta aquí descrito plantea nuevos interrogantes y retos para el siglo XXI, pues Occidente y las democracias liberales que han liderado hasta ahora y han sostenido el crecimiento económico y propiciado que muchos millones de habitantes de La Tierra vivan en un aceptable Estado de Bienestar con respeto a los derechos humanos, se enfrenta en dura competencia en muchos campos (económico, militar, de influencia, de progreso tecnológico, de liderazgo de las decisiones mundiales, etc.) con un bloque de un peso como nunca se había visto y con sistemas de funcionamiento político, social y de desarrollo muy diferentes a los hasta ahora líderes establecidos. Entre otras cosas, los derechos humanos y los sistemas judiciales no son fácilmente homologables entre uno y otro bloque. Y a pesar de ello, el bienestar adquirido por algunas de las nuevas sociedades, sin llegar a empatar con sus rivales occidentales, han transformado sin duda muchos países que antes estaban en vías de desarrollo y en la actualidad podemos considerar líderes tecnológicos, casos de China y más recientemente India, y que aportan otros lideres en materia militar, como son los mencionados más Rusia e Irán.

Por todo ello, y ante nuevas rivalidades e incluso enfrentamientos bélicos (Rusia invadió en Febrero de 2022 a su vecina Ucrania, ante la pasividad e irresolución de los rivales de Occidente, acuciada por su pérdida de influencia, su obsesión por la seguridad y su añoranza como potencia global, militar y de influencia), el mundo navega por aguas muy procelosas, con muchos países capaces de apretar botones nucleares, y con un progreso tecnológico desbocado, que invita a todos a posterior y sostenida investigación en el campo informático, con aplicaciones en muchas áreas, pero particularmente en la industria de la guerra.

China mantiene sus reivindicaciones sobre Taiwan y sus flotas aéreas y marítimas crecen exponencialmente, suponiendo un peligro real para la paz en todo el Lejano Oriente. Por otra parte, la configuración de este nuevo bloque permite transferencias entre ellos (y comercio) de unas cifras y potencialidades asombrosas. Si tenemos en cuenta que la esquina este asiático concentra aproximadamente a la mitad de la población del planeta y que esa zona está ocupa principalmente por China e India como agentes más prominentes, debemos concluir que la zona de interés mundial de primer orden ha basculado hacia esa ubicación, y que muchos intereses del líder americano, que antes confluían en el Atlántico y en sus socios europeos, ahora han cambiado de escenario.

Por todo ello, los occidentales deben plantearse cuidadosamente el futuro para el próximo cuarto de siglo, pues la definición multipolar de la geopolítica y la aparición de un bloque rival en todos los campos de la importancia de los BRICS+ debe impulsar un análisis muy profundo de los hasta ahora líderes del mundo para crear unas condiciones de habitabilidad del planeta que lo liberen de los riesgos presentes, y que influyan de modo decisivo para definir las nuevas reglas del juego, a fin de preservar la vida, la salud, la riqueza y la prosperidad de los más de 8.000 millones de habitantes que pueblan el mundo.

A.M. Sánchez es psicólogo licenciado por la UNED y observador políticamente incorrecto durante los últimos 50 años

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