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jueves, febrero 6, 2025

Carrero (III). Una semblanza a 50 años del magnicidio que acabó con su vida

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Desde 1953 en adelante, con la entrada de los americanos en España por la vía de los acuerdos militares, las inversiones privadas también empiezan a comparecer en el mercado español: las productoras cinematográficas descubren su paraíso exterior e importantes firmas ruedan sin parar sus películas en España. De esta época son las apariciones de Ava Gadner, Frank Sinatra, Deborah Kerr, Anthony Mann, Cary Grant y otros muchos, colaboración que se continúa en los 60s con los westerns rodados en Almería, o las grandes producciones como El Cid, Lawrence de Arabia o Dr. Zhivago.

La presencia de la nueva alianza y nuevos socios comerciales hacen que el sistema económico “autárquico” español caiga de manera natural: a pesar de la oposición del régimen y de su máximo representante en el gobierno, Carrero Blanco, antiliberal (anti capitalista) y reacio a la financiación exterior, sus puntos de vista cambian, ante el progreso experimentado por la Europa de posguerra, que va implementado el Estado de Bienestar como nueva forma de vida, gracias al plan Marshall. Por ello, no se opone a la entrada de financiación exterior e inversiones privadas, llegando de esta manera la nueva música pop, los electrodomésticos, el turismo y nuevas formas de vida que harían más próspera y llevadera la del país.

Finalmente España es aceptada en la ONU en 1955, habiendo superado todos los obstáculos desde 1945 y una nueva etapa comienza para el Nuevo Estado creado allá por 1938. El primer franquismo, el de la autarquía y la escasez, aquel de “unidad, orden y aguantar” está tocando a su fin. El régimen ha sido acogido en la ONU y ya no se interrumpirá la firma de tratados bilaterales y multilaterales con los europeos y los americanos hasta el ingreso de España en las Comunidades Europeas, mediante tratado de fecha 12 de Junio de 1985, con entrada en vigor el 1º de Enero de 1986.

En el régimen de Franco, las cosas seguían un orden: su consejero principal, Carrero, llevaba desde 1941 formando parte del gobierno como Subsecretario de la Presidencia y adquirió rango ministerial en 1951, pero desde su incorporación las cosas habían marchado de acuerdo con los designios del Caudillo, apoyado, informado y asesorado incondicionalmente por su Ministro (anteriormente Subsecretario) y Secretario del Consejo de Ministros. En todas las cuestiones delicadas, como son las medidas contra la oposición interna y externa (Frente Popular y Monárquicos de Don Juan sobre todo) había intervenido Carrero, que era monárquico, incluso más que el propio Franco, y que estuvo todo el tiempo preocupándose de que el pretendiente no rompiera con Franco. También, en todos los nombramientos y cambios ministeriales estuvo presente la mano del Ministro Secretario, y siempre con dos criterios fundamentales: atender a la cuota de familias (católicos, monárquicos, falangistas, militares…) y procurar la excelencia en los nombramientos. Los candidatos eran cuidadosamente escogidos y finalmente Franco seguía casi siempre las opiniones de Carrero, excepto en aquellos nombramientos de cargos militares, que solían ser de valor estratégico para el Caudillo, como forma de recompensa, control, o patada hacia arriba de personajes a los que quería tener atados en corto.

De esta forma, tanto en la crisis de los embajadores a partir de la formación de la ONU, como en las negociaciones con los americanos (Plan Marshall, Acuerdo de Bases) y especialmente en las cuestiones de economía, desarrollo de infraestructuras, etc., la mano del Ministro Secretario estaba siempre cerca de las recomendaciones y en las tomas de decisión.

Se ha dicho de Carrero que era antiliberal, anti capitalista, antisemita, el cerrojo que anclaba el régimen al pasado y a la tradición. No obstante, la realidad desmiente estos calificativos, pues desde la mejora en las condiciones de vida de los españoles, ya declarada por el embajador Carlton Hayes a su Presidente Roosevelt a partir de 1942, que no cesarían de incrementarse, lentamente en los 40s y más rápidamente en los 50s, y sobre todo después de la firma del acuerdo de bases militares con USA, Carrero se dio cuenta perfectamente de los cambios que deberían producirse, por muy reacio que fuese a ellos. Hay que constatar que el personaje fue siempre realista y pragmático, al margen de su propio perfil ideológico. La realidad se impuso siempre en los consejos que dio y las políticas que ayudó a cambiar e implementar, a fin de que la bonanza no se detuviera.

Después del 6º gobierno de Franco, que terminó su andadura en 1956, Carrero, de acuerdo siempre con S.E. el Jefe del Estado, comenzó a disponer cambios que encauzaran al país hacia nuevo rumbo, apareciendo en los sucesivos gobiernos personas con un perfil más técnico, procedentes normalmente del OPUS, que era un vivero de talentos más adecuados para una nueva fase: la autarquía, basada en los recursos propios, con ninguna o poca financiación externa, estaba llegando a su fin, y los americanos, que habían hecho presencia en España desde comienzos de los 50s, asesoraron muy bien a Carrero en la dirección que debería llevar la nueva política española.

Dirigentes como Suances (Presidente del INI) comenzaron a quedar obsoletos y superados por las nuevas realidades, y a partir de 1959 se establece un Plan de Estabilización, a fin de controlar la inflación, las cifras presupuestarias y dar entrada a un modelo de liberalización que permitiera a la iniciativa privada y a la inversión extranjera tomar responsabilidades en el nuevo modelo. De este modo, el régimen logró una media de crecimiento anual del 7% durante los años 60s, cifras desconocidas antes y nunca logradas después. Este período se conoció como desarrollismo o milagro económico español, similar al que estaba ocurriendo en otros países. Fueron los años de la emigración, que transfería divisas a España, y de la avalancha del turismo, así como del desarrollo urbanístico, inmobiliario y hotelero de las costas. Además de los consabidos pantanos, ampliación ferroviaria, puertos, aeropuertos (internacionales muchos de ellos, que empezaban a acoger el tráfico aéreo del turismo), se puso en marcha el Plan Redia (1966-1972), que transformó las viejas carreteras radiales en las modernas rutas que dieron servicio de 1972 a 1986. En este último año, con la entrada en la Comunidad Económica Europea, España recibió un crédito de 100.000 millones de euros de fondos Feder con los que se implementó el plan 1986-2006 de transformación de las grandes rutas en autovías y autopistas.

También durante los 60s se establecieron los Planes de Desarrollo, que promovieron importantes polos industriales. Los planes fueron tres, de 1964 a 1967, de 1968 a 1971 y de 1972 a 1975. Estos planes dieron trabajo a gente que estaba emigrando desde el agro, pues el modelo económico estaba cambiando muy rápido, y la antigua forma de vida de España como país agrario se estaba convirtiendo en país industrial y turístico (países en vías de desarrollo se llamaba entonces a los que estaban inmersos en esos cambios). España pasaba de país rural a urbanizado a velocidad de vértigo.

Para ordenar el agro, el régimen trabajó un plan que se extiende desde 1940 a 1970, estructurando el agro en las proximidades de las cuencas de los ríos principales, con planes de regadío y creación de hasta 300 pueblos, 63 de los cuales se construyeron en Extremadura, en torno a Vegas Altas y Vegas Bajas del Guadiana. Otros similares hubo en Aragón, Castilla, etc. Aproximadamente 55.000 familias accedieron a ocupar y adquirir viviendas y terrenos en estos pueblos, y aunque a día de hoy los medios de subsistencia han cambiado, en general son poblaciones consolidadas e integradas en las redes urbanas provinciales, con acceso a las principales vías, carreteras y servicios de bienestar. De las 450.000 hectáreas de regadío de 1942 se pasó a más de 1.650.000 hectáreas en 1972.

Hay que reseñar que Franco cumplió 70 años en 1962, y que, superadas las dificultades de los períodos 1939-1945 y 1945-1955 con la entrada en la ONU, el régimen entró en un período de bonanza y de actividad que permitió a sus principales dirigentes vivir en una especia de nirvana institucionalizado, si no de iure, al menos de facto. El dúo Franco-Carrero seguía la rutina de gobierno iniciada desde la incorporación y consolidación de Carrero como número dos, y a medida que Franco envejecía, su intervención en las tareas de gobierno se limitaba a los nombramientos, a escuchar en los Consejos de Ministros (a medida que la vida del país se iba haciendo más compleja, Franco contaba en su gobierno con personas mucho más jóvenes y cualificadas, y su consejero principal, 12 años más joven y trabajador incansable, se encargaba del orden del día y de las tareas de coordinación del equipo gubernamental) y a dar el placet a las resoluciones adoptadas. Era la época en que se vio al Caudillo cazando, pescando, tomando vacaciones en San Sebastián o el Pazo de Meirás en Galicia, o haciendo excursiones en el mar a bordo del conocido yate Azor.

Desde bien atrás, el mayor interés del consejero principal era institucionalizar un régimen que fuera más allá de la esperanza del vida del Caudillo, como forma de amarrar el futuro. El Fuero del Trabajo de 1938, la Ley Constitutiva de las Cortes de 1942, el Fuero de los Españoles y la Ley de Referéndum de 1945, la Ley de Sucesión en la Jefatura del Estado de 1947, la Ley de Principios del Movimiento Nacional de 1957 y la Ley Orgánica del Estado de 1967 venían a constituir un cuerpo legislativo que se llamó Leyes Fundamentales del Reino. Todo este entramado daban forma al régimen franquista. Por ejemplo la Ley de Sucesión de 1947 proclamaba a España como Reino (uno tradicional, al modo del que rigió España entre 1479 y 1700, desde los Reyes Católicos hasta el advenimiento de la Casa de Borbón), por lo que la figura de Franco quedaba como Regente en dicha ley, sin un sucesor concreto y con varias opciones entre posibles candidatos al Trono. Quedando el “Regente” como árbitro de la situación.

Varias cuestiones interesantes se plantean al dúo director (Franco-Carrero) en los años 60s: los cambios vertiginosos ocurridos en el planeta desde el final de la Segunda Guerra Mundial construyen un entorno que les era completamente desconocido, un mundo al que son ajenos y que se les desvanece debajo de los pies. Las nuevas potencias directoras, EEUU y URSS, les son ajenas en una geopolítica cuyos rectores eran otros ( el Imperio Británico, Francia, Alemania), la música, la cultura, el cine, las costumbres…se aceleran en la década de 1960 y crean un entorno nuevo, desconocido y extraño para ellos. Se podría decir que el país que gobernaban había desaparecido y son dirigentes de uno nuevo completamente extraño para sus mentalidades. Y con todo deben hacer frente a los nuevos retos: turismo, medios de comunicación de masas (radio, prensa, televisión) carrera espacial, amenazas nucleares, guerra fría, nuevos países nacidos de la descolonización. Y a todo esto, el reloj biológico de ambos no deja de correr, más rápido el de Franco. De ahí la insistencia de Carrero para que la institucionalización del régimen se produzca de facto, mediante el nombramiento de sucesor a la Jefatura del Estado.

Don Juan y sus asesores han dado durante muchos años todos los pasos en falso posibles para que el pretendiente no fuera del agrado del dictador, de modo que esa vía estaba cerrada para el heredero de Alfonso XIII. Sin embargo, desde 1948, por conversaciones previas (se habían hecho algunas reuniones entre Don Juan y el propio Carrero, así como con Franco) se acordó la llegada a España de Juan Carlos, Infante de España, hijo primogénito del aspirante, nacido en 1938, para su formación como estudiante y para su instrucción militar. Don Juan y Doña Mercedes, su esposa, residían en Estoril desde 1946 (Villa Giralda se llamaba el chalet donde se acomodaron) y desde allí enviaron a Juanito (futuro Juan Carlos I) a España para el curso 1948-49.

Desde entonces el Infante residió en España bajo la tutela del Jefe del Estado, quien dispuso los profesores y residencias correspondientes para su educación, así como el currículum que debería completar, comenzando por la escuela y bachillerato y posteriormente como alumno de las academias militares. Desde ese año, Juanito acudió a Portugal exclusivamente en vacaciones y permisos correspondientes. En 1962 casó con Sofía de Grecia, de cuyo matrimonio hubo 3 hijos, las infantas Elena y Cristina nacidas en 1963 y 1965 y el Infante Felipe, nacido en 1968. En dicho año, con motivo del bautizo de Felipe, se reunieron en Madrid la Reina Victoria Eugenia, bisabuela del Infante, sus abuelos Don Juan y Doña Mercedes, los padres de la criatura Don Juan Carlos y Doña Sofía y S.E. el Jefe del estado acompañado de su esposa Doña Carmen Polo de Franco. En una conversación aparte entre la que había sido Reina de España y Franco, Doña Victoria Eugenia le hizo notar que disponía ya de tres candidatos a la sucesión (Don Juan, Don Juan Carlos y el Infante Felipe) y que era tiempo de decidirse por uno de ellos.

Con Don Juan Carlos casado y con tres hijos, y con 30 años cumplidos en 1968 (esta edad era la mínima requerida por la Ley de Sucesión a la Jefatura del Estado para acceder el puesto), el 22 de Julio de 1969 el Caudillo nombra a Juan Carlos sucesor a título de Rey. Carrero veía así culminadas sus aspiraciones de institucionalización del régimen, la cual estaba definida por el conjunto de Leyes Fundamentales y completada con el nombramiento de sucesor. Carrero ya había sido nombrado Vicepresidente del Gobierno el 22 de Julio de 1967, continuando con sus funciones de siempre y Presidente del Gobierno el 9 de Junio de 1973, pues la salud del Caudillo comenzaba a ser precaria, separándose por primera vez los cargos de Jefatura del Estado y Presidencia del Gobierno. Carrero fue asesinado el 20 de Diciembre de 1973, aunque su obra había quedado finalizada con la institucionalización y con el nombramiento de sucesor.

¿Era necesaria la eliminación física de Carrero para el futuro político de España?

El tiempo presente está sometido a tantas falsificaciones de la historia, a un intento de borrado permanente y a una manipulación del pasado como no se ha visto nunca. Los modernos medios de comunicación, masivos y globales, nos bombardean continuamente con contenidos que pretenden moldear nuestra visión del mundo, y en tales movimientos la primera víctima, como en las guerras, es siempre la verdad. Pero los datos de la realidad son tozudos y si se analizan con calma, nos dan una visión del Almirante muy distinta de la que nos quieren transmitir: tachado de católico, inquisitorial, antiliberal, anti capitalista y antisemita por todo el sistema mediático adscrito a las modernas teorías “progresistas”, neo comunistas, “feministas” (feminazis) y de la “cultura woke” que invade todo el Occidente más o menos democrático (las democracias merecen análisis separado), la realidad es tozuda y contradictoria.

Carrero entra en el gobierno en 1941, en un mundo proceloso en el que la contienda en curso cambia implacablemente los parámetros en los que se desenvolvía la vida antes de dicho acontecimiento. Supo, desde su papel de consejero principal, hacer frente a las cambiantes condiciones del medio durante casi 33 años, adaptándose a las circunstancias y aplicando, a dúo con su superior jerárquico, las políticas necesarias para permanecer fuera de la contienda, para regir el país con mano firme y para sacarlo adelante en unas condiciones muy difíciles hasta bien acabada la Segunda Guerra Mundial. Durante la misma, España consiguió salvar la vida al menos a 75.000 judíos (Badische Zeitung de 12 de Julio de 1967), a pesar del supuesto antisemitismo del personaje.

No solo mérito suyo, pero no olvidemos que era el número 2 del régimen (todavía en la sombra, por entonces) y que las políticas se implementaban concienzudamente tras un análisis pormenorizado del dúo en el poder. La última palabra la tenía siempre Franco, pero Carrero estaba en todas las decisiones. Por lo que respecta a la política económica, desde 1936, año de comienzo de la Guerra Civil en España hasta 1949, año en que Europa pudo quedar estabilizada tras la Segunda Guerra Mundial, finalizada 4 años antes, España tuvo que atravesar por dificultades muy graves, que en 1947 pudieron ser superadas gracias a la ayuda argentina. Desde que el Plan Marshall entró en acción, y en España, desde que se firmaron los acuerdos sobre bases militares y empezó a entrar capital y financiación (1953), las directrices económicas fueron aceptadas e impulsadas por el número 2 del régimen, pese a la oposición del franquismo en general y de importantes personajes en particular. Y eso que Carrero era anti capitalista, pero el pragmatismo superó a la ideología.

En cuanto a sus condiciones supuestas de ogro católico y antiliberal, los cambios culturales incipientes de los 50s y vertiginosos de los 60s tuvieron lugar en España al mismo tiempo que en el resto del mundo, y la música pop, el bikini, el turismo y el ocio invadieron nuestra nación con la misma fuerza que en cualquier otro lugar. Durante el período 1959-1971 la conexión modernista de las nuevas formas de vida tuvieron en la conexión Torremolinos-San Francisco (USA) la ruta de los nuevos movimientos de vanguardia: música, permisividad sexual, manifestación de la moda, movimientos vanguardistas y juveniles, etc. En los años 60s y primeros 70s los cambios de la sociedad española, sus usos y costumbres y su mentalidad cambiaron al ritmo de los tiempos. El Concilio Vaticano II desactivó a la Iglesia Católica de la Contrarreforma y para mediados de los años 60s la influencia de la Iglesia en España, con ser grande aún sobre el régimen, dejó de serlo para los ciudadanos. En suma, el supuesto ogro Carrero iba aceptando cambios y modificando políticas a medida que se producían en el mundo. Franco, por su parte, acomodado a una vida de persona mayor (anciano diríamos entonces), llevaba su vida de modo plácido y tenía aficiones como el fútbol por la televisión, y el cine, como cualquier español de la época. La censura literaria y cinematográfica empezaba a decaer, y los cambios se sucedían sin solución de continuidad.

En cuanto al apartado político y en relación con la Ley de Sucesión, Carrero era devoto de Franco y tan monárquico o más que el propio Caudillo. Lo dispuesto por las leyes fundamentales era un cuerpo legal de soporte, basado en el mando de la persona a cargo de la Jefatura del Estado. La fidelidad a Franco y el perfil monárquico del personaje, más los 25 años de trato con el sucesor a título de Rey en Julio de 1969, hacen a Carrero poco sospechoso de iniciativa propia para oponerse a los deseos o al rumbo que en los nuevos tiempos tomaría el Rey, y Carrero llevaba 30 años demostrando, al margen de etiquetas sobre su persona y sus tendencias, que era un político pragmático, de gran capacidad para adaptarse a las circunstancias de un modo totalmente realista, y lo claro es que, de las realidades y circunstancias que vinieron después de la Segunda Guerra Mundial seguramente muchas no eran de su agrado, pero Carrero demostró siempre estar a la altura del presente y obró en consecuencia, no permitiendo que sus deseos o convicciones lo dejaran fuera de juego. Se adaptó siempre a los nuevos tiempos.

Por ello, el posible tapón que podría suponer su figura para las aspiraciones del futuro monarca, no parece la causa de su eliminación física. Al menos la información y su conducta a lo largo de los años no avalan esta teoría. Otro asunto es que hubiera motivos que se nos escapan, a 50 años de su muerte, para justificar su brutal atentado. Hay muchas teorías sobre los actores finales del crimen: ETA, militares descontentos, CÍA y Departamento de Estado USA por desacuerdo sobre el futuro de las bases…estamos ante uno de esos crímenes que a medio siglo de su desaparición, no sabemos qué bandera ampara el acto. Bien podríamos estar ante un asesinato de falsa bandera, por motivos que desconocemos, siendo unos los autores materiales (al parecer ETA, si bien dudamos que en aquellas fechas tuvieran capacidad propia para llevar a cabo un atentado tan bien preparado) y otros los verdaderos responsables.

Pero como se ha dicho que la verdadera causa es que el Almirante supondría un problema en el futuro para la evolución del régimen político español, no parece que los conocimientos que tenemos del personaje y su trayectoria sustenten esta teoría. El magnicidio fue una salvajada, innecesaria por esta causa. Indudablemente debieron ser otros los motivos, los patrocinadores del atentado debieron ser muy poderosos, y la supuesta razón del mismo, un subterfugio. Dudamos mucho que Carrero hubiera supuesto un problema, antes bien, debido a su extraordinario poder y su veteranía en la dirección del país, con más antigüedad en el mando que cualquiera de los personajes activos y con una honradez probada a todos los efectos, creemos que hubiera resultado muy útil su presencia en el nuevo régimen, y, o bien hubiera colaborado de modo efectivo, o hubiese dado un paso atrás permitiendo que las nuevas generaciones tomaran el timón.

Agradecimientos a www.todoavante.es por la hoja de servicios del Almirante Carrero)

(A Javier Tusell por Carrero, la eminencia gris del régimen de Franco, Temas de Hoy, 1993)

Por A.M. Sánchez, psicólogo licenciado por la UNED y observador políticamente incorrecto durante los últimos 50 años

*Puedes leer el primero de los artículos sobre Carrero Blanco aquí:

  1. Carrero (I)
  2. Carrero (II)
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