La postura de España «ha sido siempre muy clara: apoyamos la paz en el mundo y desde el principio hemos dicho que no vamos a participar en el Mar Rojo porque estamos firmemente comprometidos con otras misiones», afirmó el viernes pasado la ministra de Defensa, Margarita Robles, la misma a quien los rebeldes hutíes en Yemen agradecían su posición neutral en la operación internacional que lidera Estados Unidos contra los mercantes que atraviesan esa zona.
Esta madrugada la coalición siguió con sus operaciones. Unos ataques conjuntos que alcanzaron su máxima expresión la semana pasada en una operación llevada a cabo por Estados Unidos y el Reino Unido con apoyo no operativo de Australia, Bahrein, Canadá y los Países Bajos. Apuntaron a misiles hutíes, radares y vehículos aéreos no tripulados utilizados para llevar a cabo ataques contra buques que operan en aguas internacionales.
El presidente estadounidense, Joe Biden, dijo que los ataques sirven como «un mensaje claro de que Estados Unidos y nuestros socios no tolerarán ataques contra nuestro personal ni permitirán que actores hostiles pongan en peligro la libertad de navegación en una de las rutas comerciales más críticas del mundo».
Y agregó entonces en un comunicado: «No dudaré en tomar medidas adicionales para proteger a nuestra gente y el libre flujo del comercio internacional, según sea necesario».
Un comercio internacional cuyas consecuencias sobre la economía también afectan a España, país que, recordó una vez más Robles en sus últimas palabras a los periodistas, decide libremente sobre dónde, cómo, con quién y cuándo estar en este ámbito, y, en cualquier caso, “siempre bajo el paraguas de OTAN, de la UE y de la ONU«, lo que no es el caso de la maniobra en el Mar Rojo.
La llamada Operación Guardián de la Prosperidad sugiere que la economía podría resultar afectada, como así lo es y aún más sería, si nadie hubiera contrarrestado los ataques de los hutíes contra los mercantes que atraviesan el Mar Rojo en su ruta entre Asia y Occidente.
Más de 10.000 kilómetros y más de 10 días es lo que llevaría a los mercantes con su valiosa carga el cruzar por el Cabo de Buena Esperanza y no por el Mar Rojo. Eso supone un incremento de los costes y ¿quién los asume? La respuesta es fácil de contestar hasta por alumnos de Primaria.
Por cierto, por si alguien se acaba de incorporar a este nuevo escenario, los ataques desde el Yemen, un país al borde del fiasco socioeconómico, está en parte ocupado por una milicia yemení que toma el nombre de su fundador, Hussein Badreddin Al Houthi, y que representa a la rama zaidí del islam chií, cuyo origen en la década de 1990 se explica por oposición a la influencia religiosa de Arabia Saudí en este país.
Desde mediados de noviembre, los rebeldes hutíes respaldados por Irán han lanzado más de dos docenas de ataques contra buques mercantes que operan en el Mar Rojo. Estos ataques contra la vital ruta marítima internacional plantearon una preocupación vital y afectaron el comercio internacional en todo el mundo.
¿Y por qué a los hutíes les dio por atacar mercantes? Es su modo de protestar por la Guerra en Gaza y el apoyo de EEUU a Israel en su ofensiva contra los terroristas de Hamás, y, por extensión, el pueblo palestino que habita este lugar.
En respuesta a la ofensiva de los hutíes, porque no hay que olvidar que tanto el despliegue de las tropas israelíes en la Franja y de la coalición de EEUU en el Mar Rojo responde en ambos casos a ataques previos de Hamás y de los hutíes, respectivamente, EEUU anunció el lanzamiento el 18 de diciembre de la Operación Guardián de la Prosperidad, un grupo de trabajo marítimo internacional diseñado para defenderse de los ataques.
La operación reunió fuerzas de 22 naciones para abordar los desafíos en la región y garantizar la libertad de navegación en el Mar Rojo y el Golfo de Adén. Las fuerzas operan bajo el paraguas de las Fuerzas Marítimas Combinadas y el liderazgo del Grupo de Trabajo 153, una iniciativa liderada por la Marina de los EE.UU. centrada en la seguridad marítima en el Mar Rojo.
La primera semana de enero, los gobiernos de Estados Unidos, Australia, Bahrein, Bélgica, Canadá, Dinamarca, Alemania, Italia, Japón, Países Bajos, Nueva Zelanda y el Reino Unido emitieron una declaración conjunta condenando los ataques y advirtiendo al grupo rebelde contra una mayor escalada.
En la declaración, las naciones advirtieron que los hutíes «asumirán la responsabilidad de las consecuencias si continúan amenazando vidas, la economía global y el libre flujo del comercio en las vías fluviales críticas de la región». A principios de la semana pasada, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas adoptó una resolución exigiendo que el grupo rebelde cese todos los ataques contra barcos en el Mar Rojo.
En una declaración posterior al relevante ataque de los hutíes de la semana pasada, los gobiernos de Estados Unidos, Australia, Bahrein, Canadá, Dinamarca, Alemania, Países Bajos, Nueva Zelanda, Corea del Sur y el Reino Unido emitieron una declaración conjunta condenando aún más las acciones de los hutíes y advirtiendo contra una mayor escalada.
La declaración de las naciones decía que los ataques «demostraron un compromiso compartido con la libertad de navegación, el comercio internacional y la defensa de las vidas de los marineros de ataques ilegales e injustificables. Nuestro objetivo sigue siendo reducir las tensiones y restaurar la estabilidad en el Mar Rojo, pero dejemos que nuestro mensaje sea claro: no dudaremos en defender vidas y proteger el libre flujo del comercio en una de las vías fluviales más críticas del mundo frente a continuas amenazas». España, entre tanto, observando y firme en su posición.